El principal motivo de mi ausencia ha sido la preparación del bodorrio, que no ha sido tan fácil de organizar como pensábamos y hemos tenido más contratiempos de los que esperábamos.
El proceso boderil ha sido duro, muy duro (vamos, que parecía que alguien había conjurado a los hados para que no hubiese boda) pero ha tenido también algunos momentos que recordaremos siempre, como fueron nuestras sesiones de fotos de preboda.
Sí, sí, PREBODAS con S de plural, porque tuvimos dos sesiones con nuestro fotógrafo Rubén Mejías.
Conocimos a Rubén por casualidad en unas jornadas abiertas de una finca y mi marido al ver sus fotos tuvo muy claro que tenía que ser él.
Lo que nos gustó de Rubén fue que sus fotos eran diferentes, frescas, divertidas y llenas de detalles. Nosotros no somos de grandes posados y menos acaramelados y no queríamos unas fotos de nuestra boda en las que saliéramos de una forma que para nosotros iba a resultar poco natural. Y en sus fotos vimos eso: las parejas no posan, no están incómodas sino relajadas y no dan la sensación de pensar “y que hago yo aquí en vez de estar con mis invitados comiendo canapieses”, se nota que disfrutan de ese momento.
Claro ejemplo de las fotos de los que no posamos ;) |
El segundo truco: que Rubén se lo pasa bien haciendo lo que hace, y te lo contagia. Y al final, la sesión no es trámite traumático sino una jornada divertida entre amigos jugando con la cámara.
De esa complicidad surgió la idea de hacer una sesión de fotos diferente, algo que nos sirviera para ambientar nuestra boda, que tenía un marcado carácter temático: queríamos que fuese una fiesta con cierto glamour hollywoodiense, sin ser de una época en particular, pero que nos recordara esas fiestas espectaculares de las películas en blanco y negro.
Así que rebuscamos en el armario todo lo que nos pudiera servir, Rubén elaboró su propio panel de inspiración con fotos de actores antiguos y escenas de diferentes películas y una vez listos nos dejamos llevar por la locura de la que salió esta sesión de fotos con posados cinematográficos.
Esta foto presidía la entrada, encima de un piano, dando la bienvenida a los invitados.
Si nos vieran Katharine y Spencer... |
Además de colgar los cuadros con las fotos decorando el atrio del hotel luego sacamos unas copias que los invitados se podían llevar de recuerdo. Y la triunfadora de la noche fue nuestra versión de Bonnie & Clyde
Podéis ver el resto de la sesión en el blog de Rubén. Y si os quedan ganas de seguir viéndonos las caras os dejamos las fotos de nuestra otra sesión preboda en el campo: primera parte y segunda parte.
Muchas gracias Rubén por todo y sí, lo admito, te contratamos por lo reguapo que eres ;)